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[Trama] Gods without powers ... the end? [Priv. Baldr, Yato, Tory]
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[Trama] Gods without powers ... the end? [Priv. Baldr, Yato, Tory]
Fuego. Fuego era lo único que parecía rodear en aquel instante al pelirrojo, tanto era así que al igual que las salamandras, se manejaba al lado de él sin temer ni siquiera llegar a abrasar su piel ante el contacto del mismo. Claro que… ¿cómo iba a temer el Dios del fuego a aquello que manejaba? Sin duda ridículo. Y en aquella forja donde supuestamente se estaban produciendo cierta cantidad de encargos, estaba enfrascado el chico en su trabajo, con una sonrisa alegre y despreocupada mientras silbaba una suave y risueña melodía al ritmo de los golpes que el martillo que tenía en sus manos propinaban sobre el acero candente, dándole la forma que en la mente del dios se había formado.
¿Quién podría ser capaz de distraer en ese instante la entretenida y concentrada mente del pelirrojo y hacer que dejara su trabajo? Sin duda, la primera vez que escuchó ese suave susurro detuvo todo aquello que estaba haciendo y con su mirada entrecerrada se volteó para mirar su lugar de trabajo, sin ver a nadie ni sentir ninguna presencia cerca. ¿Acaso eran imaginaciones suyas? En verdad lo dudaba…mas si no había nadie… ¿para qué darle importancia? Así que, sencillamente, se encogió de hombros y alzó su brazo para poder seguir generando la forma al metal. Pero poco tardó en repetirse ese susurro en su mente: “Busquen, busquen…”.
Aquella vez pudo sentir que esa voz suave y angelical no la había apreciado desde su sentido del oído, si no directamente sobre su mente. Y eso en cierta manera le alarmó. ¿Quién podía ser capaz de hablarle por ese método y para qué objetivo? Como un zorro, no podía evitar ser desconfiado y astuto, intentando pensar en todas las posibilidades que pudieran darle una respuesta lógica, o medianamente lógica al menos. Mas esa voz no se calló si no que siguió repitiéndole la misma palabra en periodos cada vez más cortos entre sí, acabando por hacer que su paciencia, cabe destacar que no muy abundante, acabó por agotarse.
-¡Agh! ¡Maldita sea! ¿Pero se puede saber qué demonios quieres que busque? Ya que me estás incordiando con qué busque, ¡dime al menos que es lo que quieres! –acabó por exclamar en medio de su molestia tras dar el último golpe al metal que ya se habría enfriado.- Ah… encima ya se enfrió… -murmuró poco después mientras observaba su trabajo ya echado a perder, y poco después chasqueó la lengua. Alguien iba a sufrir las consecuencias, de eso estaba seguro…
Y así fue como, tras llenar sus bolsillos de diversos objetos y en cierta manera útiles, salió de la forja y se puso en camino… ¿hacia dónde? Ni el propio Loki lo sabía con seguridad… sencillamente comenzó a andar sin un rumbo determinado… aunque esos pasos sin duda le llevaban inexorablemente hacia Tenebra. Pero claro… el pelirrojo ni se percató de ese suceso hasta que casi estuvo en los límites de aquella tierra. ¿Qué encontraría allí? No lo sabía, pero no tardaría en descubrirlo~.
¿Quién podría ser capaz de distraer en ese instante la entretenida y concentrada mente del pelirrojo y hacer que dejara su trabajo? Sin duda, la primera vez que escuchó ese suave susurro detuvo todo aquello que estaba haciendo y con su mirada entrecerrada se volteó para mirar su lugar de trabajo, sin ver a nadie ni sentir ninguna presencia cerca. ¿Acaso eran imaginaciones suyas? En verdad lo dudaba…mas si no había nadie… ¿para qué darle importancia? Así que, sencillamente, se encogió de hombros y alzó su brazo para poder seguir generando la forma al metal. Pero poco tardó en repetirse ese susurro en su mente: “Busquen, busquen…”.
Aquella vez pudo sentir que esa voz suave y angelical no la había apreciado desde su sentido del oído, si no directamente sobre su mente. Y eso en cierta manera le alarmó. ¿Quién podía ser capaz de hablarle por ese método y para qué objetivo? Como un zorro, no podía evitar ser desconfiado y astuto, intentando pensar en todas las posibilidades que pudieran darle una respuesta lógica, o medianamente lógica al menos. Mas esa voz no se calló si no que siguió repitiéndole la misma palabra en periodos cada vez más cortos entre sí, acabando por hacer que su paciencia, cabe destacar que no muy abundante, acabó por agotarse.
-¡Agh! ¡Maldita sea! ¿Pero se puede saber qué demonios quieres que busque? Ya que me estás incordiando con qué busque, ¡dime al menos que es lo que quieres! –acabó por exclamar en medio de su molestia tras dar el último golpe al metal que ya se habría enfriado.- Ah… encima ya se enfrió… -murmuró poco después mientras observaba su trabajo ya echado a perder, y poco después chasqueó la lengua. Alguien iba a sufrir las consecuencias, de eso estaba seguro…
Y así fue como, tras llenar sus bolsillos de diversos objetos y en cierta manera útiles, salió de la forja y se puso en camino… ¿hacia dónde? Ni el propio Loki lo sabía con seguridad… sencillamente comenzó a andar sin un rumbo determinado… aunque esos pasos sin duda le llevaban inexorablemente hacia Tenebra. Pero claro… el pelirrojo ni se percató de ese suceso hasta que casi estuvo en los límites de aquella tierra. ¿Qué encontraría allí? No lo sabía, pero no tardaría en descubrirlo~.
Última edición por Loki Laevatein el Sáb Jul 05, 2014 7:19 pm, editado 2 veces
Loki Laevatein-
Mensajes : 7
Fecha de inscripción : 12/06/2014
Edad : 30
Re: [Trama] Gods without powers ... the end? [Priv. Baldr, Yato, Tory]
Ya tenía a mi objetivo casi al alcance de la mano. Mis habilidades de captor profesional estaban a punto de rodear, con sus temibles brazos, a mi ignorante presa, y mi contrato quedaría terminado exitosamente. Mi influencia como Dios –Dios a domicilio, todo sea dicho- se extendería por las vastas tierras de Ehlysea, cumpliendo los encargos que me encomendase la gente. Y es que, ¿Había algo que se me diese mal? Tsé.
Lo cierto es que esperaba que tales contratos fueran algo más interesantes, como un asesinato a sangre fría, poniendo a prueba mis excelsas habilidades con la espada, o una importante misión para recuperar un objeto robado... Junto con una cierta cantidad de oro contante y sonante fluyendo, hacia mis bolsillos (Que por cierto, tenía que comprar ropa nueva). Hacía que se me fuera la cabeza sólo de pensarlo. ¿Que no era un Dios del todo a la hora de cumplir mis servicios? Bueno, uno tiene que llamar la atención del cliente de alguna manera. Además, nunca dije que lo fuese, así que sería cruel tacharme de estafador por tratar de conducir a mis necesitados clientes hacia una solidaria fuente de confianza: Yo.
En fin, era hora de dejar de divagar y ponerme a dar el golpe final de esta peligrosa operación... El pájaro cantor que me disponía a atrapar estaba tan despistado que ni había notado mi presencia, y yo me encontraba tan sólo a un par de ramas de él. Y sería mejor que le capturara rápido, pues la rama del árbol comenzaba a temblar y podría revelar mi escondite. Una vez fuese mío, se lo devolvería a ese obstinado cliente elfo, el cual parecía muy dado a mirar por encima del hombro a las personas, y yo cobraría mi parte del oro, y él su dichoso pajarraco cantor. En efecto, el sujeto élfico con el que trataba estaba esperando abajo, mientras veía cómo yo hacía todo el trabajo; porque para eso estamos, para subir a los árboles a rescatar pajaritos extraviados, ya que ni tu mascota puede aguantar la cara de aburrimiento que tienes.
Dejando a un lado las opiniones personales que me inspiraba aquél tipo, estaba dejando mi ropa hecha un verdadero asco de reptar por las armas del árbol, aunque afortunadamente, y gracias a mis profesionales dotes de sigilo, estaba valiendo el sacrificio, pues me permitía ocultarme con facilidad entre el follaje. Alcé mi mano con el propósito de agarrar su colorida cola de plumas, y esperé un mero instante para recabar toda la energía necesaria, y darme el impulso suficiente para atraparlo. No obstante, para variar, la fortuna no me sonrió en ese momento (Ni en ninguno), y una extraña voz atravesó mi cabeza y congeló cada uno de los pensamientos que estaba teniendo en ese instante, echando toda la premeditada operación a perder.
“Busquen… Busquen…”
Resonó en mi interior.
El sonido de aquélla voz me bloqueó por completo, y perdí toda la concentración que había estado guardando.
- ¿¡Pero qué…!? – Fue lo último que dije antes de perder el equilibrio y retorcerme en la rama.- ¿¡Qué!? Aah… AHHH! – Intenté agarrarme como pude a cualquier cosa, y del escándalo que preparé el dichoso pájaro me vio y salió volando, estupefacto. Genial.
Por si fuera poco, no conseguí mantenerme y tras resquebrajarse la rama, caí al suelo, y ella tras de mí. Aterricé como pude, maldiciéndolo todo tras mi caída y estampándome en el suelo penosamente tras un leve estruendo. Por suerte, caí a cuatro patas, y en el momento, salí corriendo de ahí, no sin sentir un terrible dolor en las palmas de las manos y las rodillas, puesto que debía esquivar la rama que al igual que yo, experimentaba con la gravedad y se me venía encima. Bastante tenía con escuchar los ladridos del elfo aburrido, como para aguantar que me aplastase la rama de un árbol. Me armé de paciencia.
- ¡Yato! ¡Maldito inútil! – Me dijo iracundo. En realidad me dijo unas cuantas cosas más, pero mi cerebro las omitió. (Los cerebros de las personas tienden a omitir las cosas inútiles).
- ¡Podía al menos preguntar qué tal me encuentro, pedazo de...! – Repliqué ferozmente mientras seguía insultándome, y lastimándose por su mascota multicolor, que ahora se abría paso por el cielo, huyendo del lugar. Lo cierto es que me contuve, pero no podía evitar sentir un terrible torrente de maldiciones que echarle encima al detestable elfo, las cuales repetía incesantemente en mi interior. El contrato, por supuesto había quedado obsoleto.
Cuando se hartó de llamarme de todo, se fue, junto con su montaña ego. Creo que podía haberle fulminado con la mirada, pero mantuve la calma. Me puse de pie, y tras incorporarme, me limpié del polvo y la tierra que tenía adherida a la ropa, y me quité algunas pequeñas ramitas que se me habían quedado en pelo.
- Maldito elfo aburrido… - Tenía ganas de pegarle a algo… Lo que fuera…
“Busquen… Busquen…” De nuevo, la misma voz resonó.
- ¿Otra vez tú? ¿¡Quién eres!? Como te pille…! - Dije en voz alta. Pero al momento me di cuenta de que provenía únicamente de mi interior: Estaba en mi cabeza.
Retumbaba en mi mente como un eco, era una especie de llamada. No pude evitar un repentino impulso, una sensación de girar mi cabeza hacia un lado, y mirar hacia el horizonte. Veía un largo sendero que se abría paso entre las colinas del paisaje, en dirección a Tenebra.
- Tenebra… - Suspiré.- ¿Será de allí de donde viene…? Siento como si tuviera que averiguarlo... -Por un momento pensé que sería algún tipo de llamada telepática que requería mis servicios como "Dios a domicilio". Podría ser. Y la mejor manera de averiguarlo sería yendo hasta el propio lugar. Lo mismo, hasta se me ofrecía un contrato más gratificante que todos estos trabajos del tres al cuarto que he tenido que hacer... Se me podría dar un trabajo a mi altura. Adquirí sin darme cuenta, una postura pensativa muy interesante, que seguro hubiera cautivado alguna fémina que pasase por allí.
No tenía nada que perder, y vagabundear siempre había sido el eje en que se tornaba mi vida. ¿Unirme al ejército o alistarme a alguna de las ciudades como comerciante? No. Prefería ir por mi cuenta y aprender cómo cuidar de mí mismo y sobrevivir... La verdad es que no se me daba bien apegarme mucho a los lugares ni a las personas. Así que, ¿Por qué no? Lo mismo, hasta sacaba algo de provecho.
Tras limpiar mis ropas y adecentar un poco mi penoso y sucio estado, me puse en camino a Tenebra de inmediato.
Lo cierto es que esperaba que tales contratos fueran algo más interesantes, como un asesinato a sangre fría, poniendo a prueba mis excelsas habilidades con la espada, o una importante misión para recuperar un objeto robado... Junto con una cierta cantidad de oro contante y sonante fluyendo, hacia mis bolsillos (Que por cierto, tenía que comprar ropa nueva). Hacía que se me fuera la cabeza sólo de pensarlo. ¿Que no era un Dios del todo a la hora de cumplir mis servicios? Bueno, uno tiene que llamar la atención del cliente de alguna manera. Además, nunca dije que lo fuese, así que sería cruel tacharme de estafador por tratar de conducir a mis necesitados clientes hacia una solidaria fuente de confianza: Yo.
En fin, era hora de dejar de divagar y ponerme a dar el golpe final de esta peligrosa operación... El pájaro cantor que me disponía a atrapar estaba tan despistado que ni había notado mi presencia, y yo me encontraba tan sólo a un par de ramas de él. Y sería mejor que le capturara rápido, pues la rama del árbol comenzaba a temblar y podría revelar mi escondite. Una vez fuese mío, se lo devolvería a ese obstinado cliente elfo, el cual parecía muy dado a mirar por encima del hombro a las personas, y yo cobraría mi parte del oro, y él su dichoso pajarraco cantor. En efecto, el sujeto élfico con el que trataba estaba esperando abajo, mientras veía cómo yo hacía todo el trabajo; porque para eso estamos, para subir a los árboles a rescatar pajaritos extraviados, ya que ni tu mascota puede aguantar la cara de aburrimiento que tienes.
Dejando a un lado las opiniones personales que me inspiraba aquél tipo, estaba dejando mi ropa hecha un verdadero asco de reptar por las armas del árbol, aunque afortunadamente, y gracias a mis profesionales dotes de sigilo, estaba valiendo el sacrificio, pues me permitía ocultarme con facilidad entre el follaje. Alcé mi mano con el propósito de agarrar su colorida cola de plumas, y esperé un mero instante para recabar toda la energía necesaria, y darme el impulso suficiente para atraparlo. No obstante, para variar, la fortuna no me sonrió en ese momento (Ni en ninguno), y una extraña voz atravesó mi cabeza y congeló cada uno de los pensamientos que estaba teniendo en ese instante, echando toda la premeditada operación a perder.
“Busquen… Busquen…”
Resonó en mi interior.
El sonido de aquélla voz me bloqueó por completo, y perdí toda la concentración que había estado guardando.
- ¿¡Pero qué…!? – Fue lo último que dije antes de perder el equilibrio y retorcerme en la rama.- ¿¡Qué!? Aah… AHHH! – Intenté agarrarme como pude a cualquier cosa, y del escándalo que preparé el dichoso pájaro me vio y salió volando, estupefacto. Genial.
Por si fuera poco, no conseguí mantenerme y tras resquebrajarse la rama, caí al suelo, y ella tras de mí. Aterricé como pude, maldiciéndolo todo tras mi caída y estampándome en el suelo penosamente tras un leve estruendo. Por suerte, caí a cuatro patas, y en el momento, salí corriendo de ahí, no sin sentir un terrible dolor en las palmas de las manos y las rodillas, puesto que debía esquivar la rama que al igual que yo, experimentaba con la gravedad y se me venía encima. Bastante tenía con escuchar los ladridos del elfo aburrido, como para aguantar que me aplastase la rama de un árbol. Me armé de paciencia.
- ¡Yato! ¡Maldito inútil! – Me dijo iracundo. En realidad me dijo unas cuantas cosas más, pero mi cerebro las omitió. (Los cerebros de las personas tienden a omitir las cosas inútiles).
- ¡Podía al menos preguntar qué tal me encuentro, pedazo de...! – Repliqué ferozmente mientras seguía insultándome, y lastimándose por su mascota multicolor, que ahora se abría paso por el cielo, huyendo del lugar. Lo cierto es que me contuve, pero no podía evitar sentir un terrible torrente de maldiciones que echarle encima al detestable elfo, las cuales repetía incesantemente en mi interior. El contrato, por supuesto había quedado obsoleto.
Cuando se hartó de llamarme de todo, se fue, junto con su montaña ego. Creo que podía haberle fulminado con la mirada, pero mantuve la calma. Me puse de pie, y tras incorporarme, me limpié del polvo y la tierra que tenía adherida a la ropa, y me quité algunas pequeñas ramitas que se me habían quedado en pelo.
- Maldito elfo aburrido… - Tenía ganas de pegarle a algo… Lo que fuera…
“Busquen… Busquen…” De nuevo, la misma voz resonó.
- ¿Otra vez tú? ¿¡Quién eres!? Como te pille…! - Dije en voz alta. Pero al momento me di cuenta de que provenía únicamente de mi interior: Estaba en mi cabeza.
Retumbaba en mi mente como un eco, era una especie de llamada. No pude evitar un repentino impulso, una sensación de girar mi cabeza hacia un lado, y mirar hacia el horizonte. Veía un largo sendero que se abría paso entre las colinas del paisaje, en dirección a Tenebra.
- Tenebra… - Suspiré.- ¿Será de allí de donde viene…? Siento como si tuviera que averiguarlo... -Por un momento pensé que sería algún tipo de llamada telepática que requería mis servicios como "Dios a domicilio". Podría ser. Y la mejor manera de averiguarlo sería yendo hasta el propio lugar. Lo mismo, hasta se me ofrecía un contrato más gratificante que todos estos trabajos del tres al cuarto que he tenido que hacer... Se me podría dar un trabajo a mi altura. Adquirí sin darme cuenta, una postura pensativa muy interesante, que seguro hubiera cautivado alguna fémina que pasase por allí.
No tenía nada que perder, y vagabundear siempre había sido el eje en que se tornaba mi vida. ¿Unirme al ejército o alistarme a alguna de las ciudades como comerciante? No. Prefería ir por mi cuenta y aprender cómo cuidar de mí mismo y sobrevivir... La verdad es que no se me daba bien apegarme mucho a los lugares ni a las personas. Así que, ¿Por qué no? Lo mismo, hasta sacaba algo de provecho.
Tras limpiar mis ropas y adecentar un poco mi penoso y sucio estado, me puse en camino a Tenebra de inmediato.
Yato-
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