— What has been seen, cannot be unseen. ♦ Priv. Bastet

Pocos alcanzaban a comprender lo que era la perfección, algunos los traducían a los dioses mortales, todos ellos eran creaciones de los humanos, pero, ¿Y los de Ehlysea? eran la permanente creación de criaturas ya extintas en esta dimensión. Para Bastet, el clima desértico era el paraíso, pero de vez en cuando deseaba sentir el frío de aguas distintas en su oscura y estilizada piel carente de arena pese a su entorno.

Su felino dormía cómodo junto a la butaca del cuarto central del gran templo ancestral, el gran felino parecía feliz y profundamente adormilado, pero estaba pendiente de cada movimiento de su dueña, de pasos suaves con sus plantas descalzas.

-Nos veremos más tarde

Profirió la felina de sus tiernos labios, no le agradaba estar siempre con su mascota, no porque lo despreciara, si no más bien porque deseaba que ambos tuviesen breves tiempos a solas para no hostigarse mutuamente, así habían vivido durante muchos años.
El camino a pie no era muy largo, la magnífica cascada cercana a Safir, contenedora de diversos rumores sobre la rejuveneción la insitaba a adentrarse en estas ondas cristalinas de fluido ligero.
Solo había ido una vez, pero nunca estaba demás ir una segunda. A medida que se acercaba, su piel captaba el cambio de temperatura desde las lejanías, a lo que Bastet sentía una brisa fría abrazar sus fibras superficiales. Sus protuberancias felinas se movieron suavemente, escuchando el sonido de la cascada aproximarse, no faltaba demasiado y eso la incitaba a apresurarse, las joyas en torno a su cuerpo se agitaron cuando comenzó a realizar un leve trote, haciendo sonar algunas hojas y ramillas en el suelo.

  En medio del trayecto se detuvo de golpe, divisaba la cascasa en plenitud, pero también otra figura invasora en esta. Una silueta viril se sumergía en la pequeña laguna, y su cuerpo era cubierto por la masa de agua descendente.
Ciertamente no era común, de serlo no estaría en Ehlysea, y sus prendas dobladas cerca podrían asumir que no era un civil cualquiera, ¿Quién era y qué hacía allí? Pocos conocían esa cascada, ¿cómo era tanta la coincidencia de encontrarse allí con alguien más?

Sintió una molestia sin origen aparente, pero no se echaría hacia atrás, ya estaba allí y era para algo, pero no se limitaría a callar o sumirse a otro ser.
Caminó con tranquilidad hasta la orilla de dicha laguna, arrodillándose junto a esta y hundiendo las manos unidas en la revitalizante agua. Con el agua junta entre sus palmas, las llevó a su rostro, lavándo este y soltando un delicado suspiro complaciente,  el contacto con el agua fría, para su temperatura habitual, la hizo olvidar por un momento a aquel invasor de lo que demonimaba 'su' lugar de descanso, ni siquiera un oasis podía darle tal placer.

Poco y nada le impresionaba, sin embargo aquel impacto del agua en su mejilla le causó gran sorpresa, el agua tan quieta, terminó por chapotear en su rostro a causa de una obvia manipulación, ¿Así trataba a los desconocidos?, sus rostros tornaron molestos, viendo con desinterés las profundidades y sin dudarlo, retrocediendo de la orilla, quizás no era el mejor momento para estar allí, pero no iba a ceder, mucho menos ahora que había tardado tanto en llegar a tan preciada cascada, alejada del árido y monótono desierto que aun así, cautivaba a la felina día a día.

La voz que finalmente pudo escuchar la obligó a alzar la mirada en busca de la fuente, cada palabra desprendía fuerte egocentrismo del cual podía percatarse la morena sin esfuerzo mayor, no le sorprendía la posibilidad de que tuvieran roces de hostilidad, tales poderes no podían convivir en quietud por mucho tiempo, como agua y fuego, pero un tanto más distinto.

-Debo admitir que me causa curiosidad, pero no es algo que me importe por más de cinco minutos

Sonrió con burla, y orbes bañados con la misma esencia. Su rostro se secó de inmediato, miraba con detalle su manejo en el agua, cómo esta parecía cambiar de estado a su merced. Su cuerpo quedó medio expuesto, sin duda cargaba un gran atractivo físico, pero no era digno de halagos mayores o deleites por parte ajena, por lo que apenas lo examinó agachó la mirada con desinterés para quitar las joyas de sus tobillos desnudos, juntándolas en una pila al costado para luego introducir sus plantas delicadamente en el manto frío y cristalino, realmente, la situación no ameritaba mucho más empeño.
Sus orbes rodaron para luego detenerse en él, la identidad enérgica de poder era mútua, por lo que no pudo evitar sonreír de medio lado.

-Quizás lo sea, no es algo que te incumba especialmente, ¿o si?

La despreocupación total le daba incluso un aspecto perezoso pero no menos refinado, sus pies ya estaban sumergidos en el agua, alcanzando media canilla con las cuales movía ligeramente en movimientos hondeados, el agua en su entorno, de vez en cuando observaba al peliazul, regresando una mirada perdida y desconcentrada con cualquier cosa móvil del entorno.