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Mensaje por Seiran Mar Jun 17, 2014 6:09 pm

No era la primera vez que había terminado por vagar por los alrededores de la ciudad al carecer de otra forma de pasatiempo. Recapitulando las cosas eran simples, su monarca se había fugado y, deliberadamente se dejaría de lado el hecho que le había dejado un mensaje, eso, al menos para Seiran no tenía mucho interés y, si ese muchacho realmente pensaba que se ocuparía él de cuidar el reino en su ausencia, estaba doblemente equivocado. ¿Cuidar todo un país? Era realmente una molestia, ese, no era el deber que le esperaba... ¿O quizás sí?. Las cosas sucedieron de forma realmente simple: Después de medio día, él también había partido en busca del rey de Safir... Se había escusado diciendo que estaba preocupado, que actuaba como un canguro para un niño y, aunque en el fondo no era mentira, sabía bien las habilidades de ese muchacho, al igual que su ingenuidad, pero mira quién hablaba. Fue así que, después de encontrarlo, ambos dividieron una vez más su camino, aun cuando permanecieron en la misma ciudad. Chitose siguió con su capricho y el querubín con su casi palpable curiosidad. Un reino rodeado de lava, terriblemente cálido, ardiente, seco... No era especialmente de su agrado pero, no podía negar pues tenía su misterio, al igual que las personas capaces de vivir en aquél medio. Él mismo, no habría podido soportar pasar toda su vida en un lugar como eso, quizás culpable era haber sido creado en un lugar totalmente lo opuesto, estar acostumbrado a la brillante luz de Safir al clima tan templado. Una sutil sonrisa se esbozó en sus labios y, realmente no recayó su atención en las miradas curiosas que recibía por su atuendo tan peculiar, rebuscado.

Era ese tipo de persona, que simplemente no prestaba demasiada atención a aquello que los demás pudieran pensar de él y, mientras su mente estaría demasiado ocupada sorprendiéndose de los lares de la ciudad, su ánimo también estaría de los mejores, se mantendría lejano a todo pensar inapropiado por su raza celestial. Con un gentil gesto de la mano saludó al viejo que días atrás lo había tomado por un ciudadano y llevado hasta dentro de la herrería con tal de que le ayudara a moldear hierro, algo que, había podido darse cuenta no ser apropiado para él. Tras aquello, siguió avanzando sin ningún lugar realmente en mente, carente de destinación simplemente siguió vagando a un paso lento, quizás intentando que el calor no le afectara más de lo debido. Sus pasos cesaron una vez más cuando notó un puente que al parecer juntaba los dos extremos de la ciudad, su cabeza se vio ladeada con curiosidad a un costado y sin pensarlo demasiado se propuso cruzar con una mezcla de diversión en sus labios. En cuanto se vio a mitad de camino paró y se acercó al barandal, donde apoyó sus manos para poder inclinarse un poco hacia el frente y ver que, efectivamente, aquél no era un lago de agua normal, manchado de rojo por el paisaje, sino que realmente un lago de lava, proveniente de quién sabe que subterráneo. Aquello en época de los humanos jamás había llegado a ver y, de cierta forma, enterado de las novedades de cada reino no estaba por obvias razones. —Una ciudad vulcanica... Rodeada de ardiente lava... No es de sorprender el clima tan elevado.— Murmuró para si, volviendo a desprenderse del lugar y sin mucho pensarlo pasó al otro lado del puente.

Pudo entrever aquél que pareció un mercado ante sus ojos, quizás demasiado lejos como para poder estar completamente seguro de ello y, hasta cierto punto su curiosidad seguía presente en descubrir el por qué del ardiente lago y como las personas pudieron levantar casas y todo tipo de comodidades aun ante el peligro que suponía el fuego, inminente. Su cuerpo dio media vuelta con extrema calma y, sin pensar realmente en las consecuencias se acercó al ardiente lago, inclinándose hasta permanecer agachado a un lado y, levantó las mangas de su extravagante vestido para acercar su mano a la lava, sin borrar en ningún momento aquella sonrisa tan propia de su persona. ¿Su intención? Era complicada entender, se quemaría, eso, si fuera un ser corriente y sin poder alguno, mas, los humanos hacía tiempo se habían extinguido, ahora no quedaban más que ellos: Seres que bajo ninguna perspectiva más que la propia se podían considerar como normales. ¿Se quemaría? Quizás, eso si se acercaba demasiado, pero aun no había llegado a estar tan cerca de la materia. De igual forma, perfectamente podría tratarse de un ingenuo que a pesar del calor que aquél carmín líquido provocaba, aun seguía pensando que no era más que agua, gran error en ese caso. Seiran pero conocía el peligro, lo que significaría si no prestaba atención a sus acciones, que podría volver atrás sin una parte de su cuerpo, sabía que era peligroso y no solo para él, seguramente para los demás también y aun así, allí estaba, casi como si no pudiera ver más allá de sus orbes heterocromáticas el problema que podría causar sus simples gestos. Aun así, confió en su inmortalidad, quizás demasiado.
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Mensaje por Nemesis Mar Jun 17, 2014 8:10 pm

No le llamaría rutina porque cada día iba a un lugar diferente de Ruber, mas hoy le tocaba resguardar el reino tal y como siempre. Se rumoreaban entre los habitantes que alguien trataba de infiltrarse en éste reino y empezar una pequeña guerrilla; la cual no sería un problema mayor ya que todo habitante de Ruber estaba preparado para cualquier cosa que se venga, pelear a mano alzada era su fuerte y, a decir verdad hasta el mismo rey los había entrenado a muchos. Oyó de la misma boca de éste y la ordenó que fuera a vigilar con cautela el reino. Y así fue, como su fiel guardián hizo un ademán y se retiró del lugar donde se encontraban discutiendo sobre internos del mismo reino. Fue hasta la cima de una de las montañas donde está construida Ruber, una de las más altas, su favorita y comenzó con agudizar su vista, hechando una mirada a todo el reino para luego prepararse para salir. Y de lo que a simple viste pareciera un tatuaje alado, éste se convirtió en dos alas negras gigantes, las cuales permitieron a la híbrida emprender vuelo y comenzar a vigilar los alrededores de su amado Ruber. Digamos que le gustaba mucho estar por los cielos, se sentía algo libre con semejantes alas mientras acariciaba el viento contra sus mejillas y por todo el cuerpo, aunque no debía perder tanto el tiempo disfrutando de pequeños placeres de la vida como tal, tenía una misión y un reino que proteger.

Libremente se dirigió hacia la ciudad, descendiendo a una altura la cual le permitía ver más abajo de las nubes mas aun así estaba lo suficientemente alto como para que le confundan con un pájaro o un dragón.
Tanto la ciudad, la cual se veía llena de vida y el color rojo abundaba como siempre hasta las paredes y el suelo de la misma, como el campo de entrenamiento - que a decir verdad estaba lleno de guerreros practicando arduamente su labor - se veían bastante tranquilos como para decir que habría una guerrilla, la cual dudaba de su existencia ya que Ruber tenía la popularidad de ser un reino bastante fuerte y necio, ninguna bestia bien informada sería capaz de tomarse como infiltrado y atacar a ésta sin más. Esbozó una sonrisa notando la estupidez que había pensado.

Detuvo su vuelo al notar una apariencia peculiar, la cual irradiaba nada más y nada menos que luz y aires de felicidad. Algo un poco no muy común para ser de Ruber. ¿Un extranjero? Quizás. Aunque siguiendo los rumores un infiltrado causaría todo ese temor a Ruber así que no soltó su mirada hacia él. Cuidadosamente lo siguió; era algo desesperante, caminaba muy despacio y pareciera no tener rumbo alguno. Algo extraño pero también comprensible para alguien forastero. Aunque esas ropas se veían algo muy incómodas para estar rondando por la ciudad de altas temperaturas.

Emprendió vuelo de nuevo, no muy lejos de éste, mirándolo por encima de todo, dirigiéndose al puente de la ciudad, donde conecta a los campos de entrenamiento y al lago Rubie. ¿Tendría algún motivo en especial la visita a su reino? Puesto a que la verdad se notaba a leguas que no era de aquí y también lo notaba algo perdido. Agudizó sus sentidos y reaccionó con algo que estaba pasando en ese exacto momento. Sabía que no era un simple humano ... esas cosas ya se habían extinguido hace mucho tiempo, así que morir facilmente no iba a, pero ... ¿cuál sería su motivo? Incoherencias pasaban por la mente de ella mientras descendía cerca del puente, sin ser notada por el chico con ese atuendo algo peculiar.
Se quedó con los brazos cruzados a ver qué intentaba hacer. El intentar matarse con lava sería algo estúpido y a la vez agonizante. Dio un pequeño salto y aterrizó a su lado, haciendo que bastante viento provengan del movimiento continuo de las alas, se quedó con los brazos cruzados e hizo que sus alas vuelvan a su forma más cómoda, un tatuaje. - No es el mejor lugar para tomar el té - peculiarmente creía entender el por qué de su atracción por tanta cantidad de lava, a decir verdad a ella también le parecía fascinante tanta acumulación bajo ese puente y, aunque la lava mucho daño no le hacía ya que sus raíces le enseñaron a adaptarse, claramente el que estaba a su lado no tenía noción de con qué se estaba a punto de enfrentar.

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